Speedy González: de economista a locutor
- orientandotemedio
- 2 jun 2021
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Por: Manuela López Osuna
Desde pequeño, se ha inclinado por los medios de comunicación. Cuando estudiaba en el Liceo de la Universidad de Medellín se ofrecía para ser el presentador de cada evento o fiesta que se realizara en la institución. Sin embargo, al tener acceso a la UDEM sin presentar examen de admisión, decidió estudiar Economía Industrial.
Era el año 1970, cuando llegaba a su casaen el barrio Buenos Aires de Medellín después del colegio. Lo primero que hacía era sentarse en el comedor y prender el transistor, porque sabía que sus locutores favoritos estarían transmitiendo las noticias del mediodía en la Cadena Todelar. Se dedicaba a imitar a Iván Zapata Isaza, quien, con su potente voz y el manejo del lenguaje, calaba en lo más profundo de aquel niño amante de la radio. Luego de emular las frases icónicas de este personaje, con sus ojos convertidos en luceros pregonaba que en aquella transmisión también se encontraba su profesor de español.
La chispa que encendió la radio
Todo comenzó cuando cursaba bachillerato en el Liceo de la Universidad de Medellín. La voz de su profesor de español y Literatura, Óscar Hernández Tello, retumbaba en las ventanas de los salones. Su impetuosa voz se debía a que era locutor de noticias de la Cadena Todelar. González Celis se sintió atraído por el mundo radial. Todo parecía indicar que el hombre graduado en economía sería periodista o locutor como tanto soñaba.

Speedy González
Oswaldo González le debe su apodo a un compañero que tenía en la radio deportiva, "El Yario Hernández". En 1986, se encontraba junto a su colega transmitiendo un partido entre el Independiente Medellín y el Unión Magdalena en Santa Marta. En el tiempo de descanso, se fueron en busca de diversión al mar del Rodadero. Cuando Celis iba saliendo del agua, su amigo le gritó: "Ya veo venir a Speedy González", cuyo nombre fue portado inicialmente por un ratoncito de caricatura que aparecía en la serie Looney Tunes de Warner Brothers en 1953. Así, la convirtieron en una consigna popular cada vez que González daría inicio a sus narraciones radiales.
A pesar de que, para Speedy González su pasión por la radio y su armónica voz hacían de él un locutor excepcional, la bebida le pasó una mala jugada y le arrebató la posición que ejercía para ese momento. Comenzó narrando partidos en el parque Estadio de Envigado, y luego pasó a relatar futbol visitante. "Viajaba con los equipos Medellín y Nacional como locutor visitante. Pasaron los años y como yo era desjuiciado, me emborrachaba. Y un día cualquiera, abusé y me echaron", cuenta Speedy con enojo en su rostro ––¡Con toda la razón del mundo! ––exclama. Pero esta situación no frenaría lo que por años había anhelado.

¡Todo un éxito!
Transcurría el año 1996, cuando comenzó a trabajar para Radio Súper. Una emisora ubicada en El Barrio Colombia de Medellín, donde trabajó por dos años en la sección de las noticias. Al estar en esta emisora, Iván Zapata Isaza, locutor número uno de Antioquia, padeció una Trombosis. Por este motivo, contactaron a Oswaldo González para que lo reemplazara en su programa. Así, no tendrían complicaciones por el cambio repentino de locutor.
Pese a que era una sustitución, Zapata nunca se mejoró y Oswaldo permaneció en el noticiero. Allí hizo historia. Lograron una sintonía que ningún noticiario Del Valle de Aburrá conseguía igualar. "Era una cosa bárbara. Los buses, los taxis, los vendedores de confites, las amas de casa...", "¿Cómo amaneció Medellín, ¿cómo amaneció? En la voz de Oswaldo Speedy González, estos son los titulares de ¡Cómo Amaneció Medellín!", entonó Speedy con su voz melodiosa.
Desde aquel período se convirtió en una eminencia para la industria de la radio. El noticiero era el número uno de Antioquia ––incluso de Colombia–– afirmó Oswaldo. Todo el que pasaba por su lado lo reconocía. No había una persona que, al escuchar su canción, no supiera de quién se trataba. Luego, lo llamaron para que hiciera parte, ya no solo de la radio, sino también de la televisión. Presentaba campeonatos mundiales, programas musicales, entre muchos otros proyectos que certificaron, nuevamente, el amor frenético que sentía este hombre por su profesión.
Luego de tantos momentos de gloria llegó un cáncer que le puso el reto de vivir los días como si fueran los últimos, y a pesar de que se recuperó y hoy sigue haciendo lo que ama, la reflexión que ha marcado su vida lo ha llevado a ser un hombre sabio. No duda en ayudar a las personas, y siempre que se le presenta la oportunidad, recrea una función radial con su postura varonil y su voz poética. Aquella que, por tantos años, ha sido su más fiel y valiente acompañante.

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