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Sonido y familia: El festival de música andina Manuel J Bernal en La Ceja, Antioquia

  • orientandotemedio
  • 12 oct 2021
  • 3 Min. de lectura

Por: Juan Daniel Escobar


Vistiéndose de gala, el Teatro Juan de Dios Aránzazu le hizo homenaje a uno de los músicos más representativos de su historia


Durante los primeros tres días de octubre, el teatro municipal cedió sus tablas para albergar a la Estudiantina Viento y Madera, al Grupo Enpúa, a Juan Alberto Bernal González, entre otras bandas y grupos locales, en la gran fiesta anual concebida hace dos años por el maestro Milton Valencia para rendirle tributo a la obra de Manuel J Bernal.


Rompiendo el silencio, cada año en La Ceja, los teatros, plazas y auditorios le otorgan un espacio a las bandolas, tiples, guitarras, contrabajos y flautas que inundan cada rincón con las notas de Alborada, Medio Siglo y toda una obra de aquel compositor magistral, Manuel J. Bernal, que le dedicó su vida y anhelos al retrato de sus seres amados en partituras que aún hoy son los nuevos retos de los músicos aprendices. Como lo narra con cariño y nostalgia su compañera de vida, Lía Ghelman de Bernal: “De Manuel siempre se sabe que fue un prodigio, siempre muy adelantado a lo que le enseñaba el papá, a los siete años ya lo estaba reemplazando, a veces tocando el órgano ¡y a los diecisiete ya se estaba yendo solo a ser el organista de la iglesia de Abejorral!”


Bien es conocido que, en su virtuosismo y cuidado conservador de padre, Manuel J. mantuvo su trabajo en las esferas de la radio y la televisión—especialmente vigente por un jingle navideño para Caracol Radio que aún se mantiene—pues en razón musical solo cedió sus confidencias con algunos de sus hermanos que adoptaron la tradición del abuelo, blindando a sus hijos de una vida de músicos que, según él, y como también lo menciona su esposa en recuerdo a su proceder, suponía un futuro que no les convenía.


El director de la Banda de Payuco, Ricardo López lo expresaba así: “Es necesario conservar lo bello que es la tradición de la música andina, alguna vez fueron los Bernal, ahora lo hacemos nosotros los López”.

Evocando esa creatividad artística y esa protección paterna, el Festival, en sus tres años de labor, ha buscado trazar un puente entre la familia Bernal—ahora algo más distante del municipio—y todos los músicos locales que han crecido y se han formado en la estela de una tradición de música andina que se ha construido bajo los cimientos que figuras como Manuel J. dejaron para el país. Ejemplo de esto es la Banda de Payuco, una iniciativa con más de medio siglo de experiencia que ha orientado lenta pero productivamente una transición de lo antiguo a lo moderno en cuanto a la enseñanza y el cuidado de la música andina se refiere en el municipio de La Ceja.




Reiterando la importancia de proteger la práctica y el saber histórico musical, la anfitriona para esta tercera edición del festival, Begonia Quintero, platicando en antesala a la presentación del grupo La Tusa, recuerda que “Manuel J. fue un hombre que hizo y sigue haciendo grandes cosas por el municipio, si bien no en esta vida terrenal, sigue estando vivo a través de estas interpretaciones que estamos trayendo para preservar su memoria”, reforzando, de este modo, la máxima sobre la cual Milton Valencia, quien fue director de la Estudiantina Viento y Madera durante trece años y se encontraba en esta ocasión por primera vez alejado del escenario, edificó todo por lo que el festival ha luchado en su corto pero irremplazable desempeño: “Manuel J. será quizá el mayor referente musical que podremos tener aquí en La Ceja, qué menos que dedicarle a él lo mismo que él le dedicó a La Ceja, el tiempo y el esfuerzo que requiere la interpretación de una pieza musical.”



Músico, intérprete, abogado, hermano


“Por los grandes maestros con los que aprendí en el conservatorio tengo que quedar bien en el escenario”, añadía jocoso Juan Alberto Bernal tras tocar una de las piezas que él considera más exóticas de Manuel J Bernal: Mónica. (Foto cortesía Estudiantina Viento y Madera)

Momento crucial de esta edición del festival fue el acogimiento a los miembros de la familia Bernal, y en el caso de uno de los hermanos menores de Manuel J., Juan Alberto Bernal González— quien acudió al entablado armado de su órgano electrónico que sirve de teclado maestro para la coordinación de esos “pequeños japoneses”, como a él le gusta llamar a las pistas que ha pregrabado de los instrumentos de acompañamiento que hacen sintonía a su maestría sobre el piano—este año no fue la excepción. Sobre la tarima, el maestro Juan Alberto hizo un énfasis especial y cariñoso sobre el porqué era necesario, no solo conservar el apellido de su padre, Samuel Bernal, por su notoriedad y virtud para la enseñanza musical; sino también, llevar consigo orgullosamente el apellido de su madre, María Cleofe González, de la cual decía: “Siempre insisto en que me presenten con el nombre de mi madre, con ella tuve de las experiencias musicales más bonitas de mi vida y era una gran cantante. Por ella siempre seré Juan Alberto Bernal González”.


El Festival de Música Andina Manuel J. Bernal, una celebración gestada desde el cariño y el aprecio por la maestría musical de toda una familia, seguirá deleitando a los oyentes cejeños y visitantes con piezas que han hecho enamorar a más de un joven músico que hoy hace alarde de su procedencia en las grandes orquestas sinfónicas del país, haciendo del aprendizaje y de la interpretación musical de La Ceja un fenómeno remarcable y digno de apreciación en todo el Oriente Antioqueño.

 
 
 

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