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Nueve noches de gala

  • orientandotemedio
  • 15 sept 2020
  • 2 Min. de lectura

Por Wendy Flórez


Los guarneños no olvidan esas noches de pólvora y desfiles, de las niñas vestidas de blancos vestidos, de las flores y las banderas en puertas y balcones de cada calle por donde la virgen pasaría en su carruaje de gala. Así recuerdan muchos habitantes de Guarne las fiestas de “La Candelaria”, la patrona del pueblo que hacía deslumbrar a todos los habitantes con su luz cada dos de febrero.

Pero esas luces no solo salían del reluciente encaje y joyas de la virgen talladas y sacadas de estas mismas tierras que la engalanan. El pueblo se iluminaba con alegre alumbrar de los voladores que encendían su mecha y se disparaban hacia el cielo en un fuerte silbido que iniciaba la fiesta del pueblo, entre serenatas con los cantantes de Guarne y con todas las heladerías y cantinas a tope, desde donde salían enardecidas risas y alegrías en la plaza principal.

Luis Mario Florez Atehortúa, un campesino de la vereda Guapante, que desde pequeño no solo presenció, sino que participó de las alegres fiestas, que, aún hoy relata:

“La gente era demasiada, tenía uno que correr de huida de los buscapiés, casi todos en el pueblo tenían pólvora, eso era miedoso, sobre todo cuando a eso de la media noche llegaban con la vaca loca. Todo el mundo corría por todos lados, unos de miedo, otros creyéndose vaqueros y armando corrillos”.

Esta “vaca loca” era un armazón o esqueleto hecho de pólvora y una rueda, que contenía totes, voladores, chispitas, entre otros juegos pirotécnicos que después de prendida su chispa corría desbocada por plaza y atrio persiguiendo a los guarneños más osados. “Era algo peligroso, pero ahhh… uno como disfrutaba estar en la plaza ese dos de febrero, las veredas se vaciaban y el pueblo entero feliz al frente de la iglesia”.

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