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El sentir del río

  • orientandotemedio
  • 25 may 2022
  • 3 Min. de lectura

Por: Juan Felipe Valencia Sánchez

En épocas de invierno y con lluvias como la que se están viviendo estos días en el departamento de Antioquia y en la región del Oriente, es común ver inundaciones o escuchar a menudo personas hablando mal y culpando a los ríos de los sucesos. Pero, esto se debe más a la falta de consciencia y conocimiento que se tiene sobre el afluente, a los malos comportamientos humanos, al poco cuidado y a lo poco que se escucha este dador de vida. Porque aunque no lo parezca la naturaleza habla.

Por mi alto cubrimiento en el territorio se han visto cambios físicos en mí, a lo largo del tiempo, gran parte de eso puede ser debido al desconocimiento de lo que soy, ya que la población tiene un imaginario falso de lo importante que puedo llegar a ser.

Desde mi nacimiento, en el municipio de El Retiro, hace tantos años que hasta he perdido la cuenta, los esclavos trabajaban bajo el mando de sus amos para explotar y sacar recursos para sus construcciones. Aun, viéndome tan expuesto a la mano de obra del hombre para su beneficio, junto a la naturaleza que me rodea he tratado de reclamar lo que me pertenece unas cuantas veces.

Hay quiénes me culpan por las catástrofes cuando mi nivel sube; pero se les olvida que yo no soy el culpable. Simplemente es la forma en la que trato de reclamar mi espacio. Tengo memoria y recuerdo los espacios que me han robado o como he sido desviado para construir carreteras, edificaciones o sacar provecho económico con minería o materiales. Por eso, las lluvias y las temporadas invernales causan impactos tan desastrosos por los que me culpan a mí. Cuando simplemente, los lugares que se pueden sentir más afectados me han pertenecido.

Mi desembocadura, ha sido testigo del renacer de la naturaleza, he dado vida con mis aguas a muchos seres. He podido presenciar el nacimiento de miles de especies, y también he tenido que acoplarme a la llegada del hombre, quien ha venido a sacar provecho de los recursos que les puedo brindar. Llevándose así, el correr natural de mis aguas para cambiarlos por métodos de supervivencia y explotación.

Cada día me siento más abrumado de que me priven de mi espacio, que me usen para beneficio solo humano. Me causa cierta indisposición cómo el hombre es tan desagradecido con lo que yo le brindo, el agua con la que se bañan a diario, con la preparan sus comidas y se hidratan... Con el paso del tiempo se ha perdido la conciencia sobre mí y me han convertido en un vertedero de desechos.

No solo en la zona urbana es donde han dispuesto de mi espacio, pues en los bosques que me rodean también hay prácticas que perjudican mi bienestar, como la siembra y tala de pino que se encuentra a lo largo de mi cuenca, lo que no es nada beneficioso para mi entorno y la naturaleza que me rodea. Debido a que deja de ser un espacio de tierra nativa para imponer especies invasoras que son solo para el beneficio del hombre.

En el 2021, fue la última vez que decidí mostrar que también siento y quise reclamar por mi cuidado. Sin culpa ni más remedio logré ocasionar daños a más de 200 viviendas y locales comerciales que estaban expuestos a mis orillas. Eso que desde 1988, no se veía tal desastre producido por una quebrada vecina, como lo ocasionó en ese año la quebrada “La Agudelo”, que según los guarceños, fue algo que pasó tan rápido que los habitantes no tuvieron tiempo de decidir ni de salir de las casas para al menos tener la oportunidad de salvar sus cosas, pues en cuestión de segundos, todo estaba inundado.

Sé que puedo ayudar al ser humano a saciar algunas de sus necesidades, pero, ¿y dónde quedo yo? también necesito recuperar mi hábitat si quiero tener una vida más duradera.


 
 
 

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