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El Rock, una apuesta por la resistencia social

  • orientandotemedio
  • 7 jun 2021
  • 4 Min. de lectura

Por: Viviana Suárez Buitrago


En un mundo que busca salir de la homogeneidad extrema, la música parece ser un refugio absoluto donde mostrar una diferencia, ser original, independiente, e incluso muchas veces ir contra la corriente. Quizás sea buscar una identidad, ocupar el tiempo libre o la necesidad de pertenecer a un grupo en el cual ampararse para manifestar su sentir, sus luchas, como también sus inconformidades. Sonaría curioso afirmar que los taches y el metal surgieron como una forma de manifestación, y una de estas formas de pronunciamiento colectivo comenzó hace algunos años en el Oriente antioqueño con la organización de festivales de rock que año tras año siguen realizándose. Es por eso que tres municipios (El Carmen, Rionegro y Marinilla) han tenido gran incidencia desde estas apuestas artísticas.


Esta historia comienza en el año 2005 con un grupo de jóvenes reunidos con el firme deseo de organizar un festival de rock. La apuesta era clara, Rionegro sería el epicentro de este evento que, finalmente recibió por nombre Festival Rock al río. En ese momento no había presupuesto, mucho menos credibilidad en que un grupo de “mechudos” podrían sacar adelante un evento que se convertiría en una de las apuestas culturales más importantes de la ciudad. Pero, ¿por qué dudar de una propuesta que no tenía otra intención más que propiciar un escenario artístico para que músicos y artistas de la región dieran a conocer su música? La respuesta carecía de fundamentos lógicos, pero lo que sí abundaba eran los paradigmas culturales. Aquí las razones.



Uno de los géneros más sobresalientes de la región es fundamentalmente el Heavy Metal, el cual ha sido estigmatizado como una mezcla de sonidos pesados, agudos, guitarras distorsionadas y voces guturales que crean un ambiente fúnebre, duro, agresivo y si se quiere hasta violento. Por eso hablar de Rock, para muchos se asocia al Metal, que aunque tenga vertientes bien distintas, uno de sus públicos principales son los jóvenes, que ven en el género un refugio donde canalizar sus inconformidades, o incluso disyuntivas como el amor y el desamor. Es tan importante lo que representa el rock en general, que desde lo cultural hace referencia a un discurso particular, una forma de existir, que va desde su indumentaria, el color negro, las botas, los taches, el cuero, que en conjunto no revela más que el reclamo de espacios, para ser vistos, para ser escuchados, para ser tenidos en cuenta. Esta es una de las razones por las cuales los jóvenes ven en los escenarios una plataforma que recoge no sólo artistas y apuestas musicales, sino también una forma de protesta, de crear comunidad y de hacer catarsis mediante el arte, que les permita expresar sus ideales mediante un accionar colectivo.



Asimismo, surge en ese mismo año (2005) en el municipio del Carmen el Festival Viboral Rockcomo iniciativa actualmente liderada por el Instituto de Cultura del municipio.



La propuesta era promover un escenario de exploración del rock no sólo como género musical, sino también como un fenómeno cultural que genera transformaciones e impacto social. Además, desde sus mismos organizadores se tiene la premisa de que el rock también es un agente cuestionador de realidades y problemáticas, que pueden ser visibilizadas a través de sus líricas, procesos artísticos y fenómenos propiciados a partir de éste. Finalmente, otro de los festivales que más tiene impacto en la región es realizado en el municipio de Marinilla desde el año 2009.


El Festival Paza la Paz tiene como propósito la promoción y circulación de los productos musicales urbanos de la región. Pero más allá de una simple difusión, se trata de un encuentro en el que se gestan pilares como la reconciliación, la unión, la tolerancia y sobre todo el bien común.




Y es que ha sido tanto el impacto de estos festivales, que en la actualidad no sólo el rock hace parte de ellas. Con el pasar de los años, géneros como el punk, el ska, el reggae, entre otra diversidad de estilos se suman a las convocatorias, pues el ser parte de estos eventos pasó de ser una simple vitrina artística, a tener la posibilidad de ser un gestor que contribuye a que importantes trasformaciones sociales se fomenten a partir de la cultura.


En ese orden de ideas, la ciudad adquiere un carácter trascendental debido a la apropiación que hacen los jóvenes del espacio urbano. Las calles, esquinas, paredes y sitios de encuentro dejan de ser no lugares para convertirse en espacios con voz propia, que ahora simbolizan una nueva forma de marcar territorio y expresarse bajo una sola consigna, llámese pogo, fogata, cartel, micrófono, arte, o si así se quiere llamar, en Rock.



Es así como la música hace uso de unos símbolos y unas imágenes, una literatura, circunstancias y unas relaciones específicas que contribuyen a la creación de grupos y a la definición de otros, a la utilización de espacios y a la separación de otros, a la


delimitación de actos y actitudes, delimitación de actividades y de pareceres, manifestación de conductas y formas de proceder, uso de colores y de vestuarios, uso del cuerpo y de su lenguaje, relación entre iguales y diferentes, convivencia y desconocimiento del otro, tolerancia e intolerancia, relación entre lo público y lo privado o simplemente, libertad en medio de la represión.




 
 
 

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