Colombia sabor cariño
- orientandotemedio
- 15 sept 2020
- 4 Min. de lectura
Por Cristian Martínez Barrera
Uno diría que estudiar ciencias culinarias en Colombia solo serviría para dedicarse
totalmente a cocinar o dirigir en un restaurante como chef, después de una muy larga carrera
solo siendo cocinero. Sin embargo, lo que Mateo Puerta Areiza, con 19 años y estudiante de
cuarto semestre de Ciencias Culinarias en la Universidad de Antioquia, nos muestra que no
solo es “cocinar”, así, como verbo, si no que preparar una comida requiere de esfuerzo,
dedicación, talento y conocer el contexto histórico que llevó a que ese plato se esté cocinando
en ese momento.
Mateo como estudiante de la carrera, ha aprendido múltiples cosas aparte de cocinar. Desde
temas culturales, hasta temas políticos. “Realmente limitar la carrera a solo cocinar cierra
mucho este tema de las ciencias culinarias. Es una carrera muy holística en su ser”, aclara
Mateo. Según Areiza, la labor artesanal de la cocina es una labor básica que siempre ha sido
parte del ser humano, parte de todos. Es algo que sirve para toda la vida, para la
“supervivencia”. “Lo primero que a uno le preguntan cuando uno se va a vivir solo es si sabe
cocinar o no”, agrega el estudiante de Ciencias Culinarias. En la carrera también se basan en,
literalmente, la química que puede haber en cada preparación: de qué está hecha, de qué
elementos se compone, qué efectos tiene en el cuerpo humano, etc. Asimismo, el estudio de
la industria de la cocina también se vuelve algo rutinario dentro de esta profesión.
“Principalmente, y es lo que a mí me gusta de esta profesión es que he aprendido a expresar a
través de la comida: cómo entenderla, cómo crear algo alrededor de ella, y cómo expresarle
algo a alguien por medio de una comida”, añade Mateo. Lo anterior ha sido una de las metas
que ha tenido Puerta durante los semestres que lleva aprendiendo en esta ciencia de la cocina.
Para Mateo, el gusto y el sabor de las preparaciones está en la cultura, en la mente colectiva
que nuestros ancestros han llevado consigo durante generaciones. Según Puerta, el arte en la
cocina es lo primero que uno siente antes de comer. “Lo bonito del arte al cocinar y en las
comidas es que ella misma te cuenta una historia, así sea la cosa más simple, por ejemplo, en
la cocina colombiana unos frijoles con arroz representan la historia de la vida, o una arepa
con huevo, o un mote de queso, o unas carimañolas con amigos”, ejemplifica Mateo. Para él,
los momentos, los recuerdos y las añoranzas son lo que le dan el significado al plato de
comida.
Desde la Universidad de Antioquia, explica Puerta, tienen una materia llamada taller central:
cocinas regionales antioqueñas. Desde este taller se empieza a fomentar una cultura de la
cocina arraigada a aplicar todas esas preparaciones típicas de la región de Antioquia. “Luego
de esto es la cocina colombiana. En esta materia nos enseñan que Colombia es un
continente… porque no es lo mismo lo que vas a encontrar en la costa y lo que vas a
encontrar en Antioquia. Tenemos la parte andina, los llanos, el amazonas; la costa atlántica,
la pacífica… Incluso en la zona andina hay personas que la subdividen debido a la riqueza en
preparaciones que hay”, explica Puerta. Según el estudiante, en la carrera siempre está esa
motivación de conocer lo que no se conoce, de mostrar, expresar y recuperar las tradiciones a
través de la comida y el arte de la cultura rica que tiene Colombia. Uno de los enfoques de la
carrera de Ciencias Culinarias en la Universidad de Antioquia es graduarse como
Investigador para la salvaguardia, el fomento y la difusión del patrimonio culinario.
“A la hora de cocinar, me emociono y me viene una sensación de tranquilidad. Siempre me
gusta que las cosas queden bien, que me guste a mí y que ojalá le guste a las personas que les
cocino, como un carpintero haciendo una silla… paz y tranquilidad”. Mateo añade que los
cocineros normalmente no cocinan en la casa, puesto que son personas muy experimentales.
Les gusta inventar, probar nuevos sabores, colores, olores. “¿Por qué no cocino en mi casa?
Porque a veces las personas con las que uno vive no les gusta mucho experimentar o son muy
tradicionales en un contexto de hogar, es decir, se quedan nada más con lo que comen
siempre… y eso lo vuelve un poco difícil, al menos, en la casa”, cuenta Mateo que su espacio
preferido para cocinar es con sus amigos, porque es donde más le nace, donde más le gusta.
Mateo relata que a la hora de cocinar, el ingrediente principal en la cocina es la recursividad.
Experimentar con lo “que uno tenga en la cocina” y no dejarse llevar por los disgustos. Es
probar todo lo que haya e inventar algo rico con eso. La labor de un cocinero es probar de
todo.
¿Dónde se pueden conseguir los insumos para una comida con sabor colombiano? Según
Mateo, las plazas de mercado son el lugar predilecto para adquirir productos de primera
mano. “Es una experiencia, es una gozadera. La gente ahí te acompaña, te recomienda, te
instruye y te cuenta, te cuenta incluso de donde viene cada alimento. Es un lugar excelente, y
diría yo, por excelencia, para encontrar los mejores alimentos, más que todo, por las
personas”. Puerta agrega que, incluso desde la compra de los insumos, empieza el arte de
cocinar, puesto que las personas que están en estas plazas, te dicen cómo combinar alimentos,
qué va mejor con qué. “Las plazas de mercado tienen un lugar muy especial… recuerdo una
vez que, en una salida de campo en el Urabá Antioqueño —un recuerdo muy bonito que
tengo— había un señor que tenía un carro metido en la plaza de mercado. Ese señor tenía de
todo: Plantas aromáticas, especias, maíz, frutos secos… tenía de todo. Cada cosa que yo le
preguntaba qué era, él me decía que una cosa se utilizaba para curar no se qué, que esto se
utiliza para esto, esto para aquello… y eso es lo que más me gusta de ir a esos lugares, esos
saberes ocultos que tienen los vendedores, las otras personas, en la oralidad de la gente…
compartir con la gente es hermoso”.
— ¿Cómo definiría a Colombia en un sabor?
— Es muy difícil definir un sabor para Colombia… pero, para mí, Colombia sabe a cariño.

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