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Colectivo Casa Semillas de Vida.

  • orientandotemedio
  • 26 oct 2021
  • 4 Min. de lectura

Por: Ana María Restrepo Franco


Un colectivo que le apunta al crecimiento y al desarrollo sostenible desde la siembra, aprovechando las fincas y cultivos de los campesinos de El Retiro. Su misión es enseñar desde la espiritualidad y conectar con la pachamama para aprovechar mejor sus frutos.


Camino al crecimiento


Este proyecto inicia en el año 2014 cuando un pequeño grupo del colectivo Juventud se piensa un espacio de encuentro juvenil para el sano aprovechamiento del tiempo libre y una manera para aportar algo positivo al medio ambiente.


La huerta funcionó hasta el 2016 en las dos casas de Juventud que existieron en dicho periodo de tiempo. Cuatro años atrás la huerta se mudó para un pequeño espacio en el Parque Educativo donde seguía cumpliendo el mismo fin.


Al año siguiente, Miguel Restrepo entra a trabajar como gestor de juventud en el programa Actitud Joven, quien desde entonces venía trabajando en el cultivo. En este mismo año la huerta se vincula al proceso con "La Red de Guardianes Semillas” donde el estudiante de Desarrollo Territorial propuso continuar dicho proceso como un espacio articulado con la red, y como un lugar donde los jóvenes pudieran reunirse en conexión con la tierra y la siembra, de aquí nace el nombre «Casa Semillas».


Con el paso del tiempo Casa Semillas fue ampliándose, no solo en temas de terrenos sino en el ámbito educativo donde se dictaban talleres introductorios a la agroecología, de cuidado y de producción de semillas y otros temas de interés en relación a la siembra de las mismas semillas; el colectivo tuvo tanto auge que en el 2018 ganaron una convocatoria con la gobernación estímulos y recibieron el premio por ser orgullo guarceño entregado a iniciativas que inciden en el desarrollo territorial. El colectivo ya tiene muchos espacios verdes para trabajarlos y gracias a esto se ha podido crear un gran vínculo con los campesinos guarceños, hecho que ha facilitado de alguna manera hacer a la red más fuerte y conocida.



Recuperando tradición y cultura


El Ambil sirve para el pensamiento, enfocarse y direccionarse mejor (el poder de la palabra) El Mambe es para tratamientos individuales o mambeaderos

Casa Semillas de Vida en su visión y misión tiene como objetivo recuperar esas tradiciones indígenas agrícolas que se han perdido al pasar de los años. "el primer paso que tomamos fue recuperar algunos términos campesinos que mucha gente no conoce, como por ejemplo el mambear", dice Carolina García, presidenta del colectivo. Esta palabra hace alusión al Mambe y al Ambil —medicinas indígenas— que son parte fundamental de la cultura Murui Muina.


Otro término rescatado es “Minga” y es utilizado cada que visitan a algún agricultor de las veredas de El Retiro «las mingas son espacios donde hacemos trabajos voluntarios y nos sentamos entre todos a compartir conocimientos», aclara Natalia Restrepo, tesorera de Casa Semillas. Por otro lado, diariamente estos jóvenes apasionados por cultivar buscan cambiar la visión que se tiene de trabajar en el campo, de dejar de pensar que estas labores solo son para personas que no tienen para costearse una educación o para personas de bajos recursos; por el contrario, lo que buscan es mostrar que el ser cultivador, es una profesión importante y que gracias a ellos es que la ciudad y el pueblo pueden alimentarse sanamente.




El amor es lo que mantiene en pie a Semillas de Vida

Recolectando frutos de las huertas independientes. Foto cortesía: Miguel Restrepo

El colectivo sigue en marcha actualmente gracias al cariño que le ponen todos los que lo conforman. Pero, en general, la ayuda viene de ellos mismos, pues hacen algún tipo de alimento con lo que cultivan en sus espacios y los venden al público. De esta manera, lo demuestra Sebastián Román, un joven que se disfruta el proceso de poder compartir saberes con sus compañeros, dice "y si hay algo que me gusta como cultivador es el transmitir socialmente el aprendizaje que nosotros hemos adquirido con el tiempo y que hemos heredado de nuestros ancestros", menciona el joven con un tono muy enérgico. Lo que le da vida a este espacio es que cada uno estudia temas muy diferentes a las labores del campo y esto hace que todos desde sus conocimientos aporten lo que sepan.


Christian cuenta y asegura que así las personas no hagan parte del proyecto, cuando lo conocen quedan encantados de la labor que ellos hacen y siguen en contacto con ellos para pedir ayuda o simplemente para aprender más acerca del trabajo del campesinado. El colectivo crece gracias a que cada día las personas buscan crear sus propios espacios y cultivar en los hogares.Con esto, ellos se prestan para seguir ayudando y cuidando el proceso de la semilla y dándoles capacitaciones de lo que deben hacer para que todo dé buenos frutos y buena cosecha. Cabe mencionar que, el colectivo se presta para hacer las prácticas universitarias en los espacios que ellos tienen disponibles, por ejemplo, el joven Álzate está haciendo su proyecto de grado y sus prácticas con los campesinos de las veredas, donde él manifiesta que ha sido un trabajo sumamente gratificante. No solo por lo que hace sino por lo que aprende día a día de las personas del campo, pues reconoce que la capacidad que tienen para “labrar sus cultivos es excelente porque es como algo que ya tienen implantado en su ser y al ser así, es gente que se deja enseñar, que sabe escuchar y les gusta aprender cosas nuevas para tener mejores alimentos”.



Bocachi: la propuesta para lograr independencia



“Yo hablo con la planta, le pido permiso, y le pido buena siembra siempre.” Christian Álzate

«Bocachi inicia a principios del año 2020 donde nos unimos con algunos campesinos y les dimos la propuesta de vender sus productos a la gente del pueblo a un excelente precio», cuenta Miguel. Cada cierto tiempo se saca una canasta de alimentos que se encuentran a la venta, se publica en medios de información y así las personas que deseen adquirir los productos ofrecidos, dice la cantidad que quiere y se le lleva con un domiciliario. Las ganancias de los productos son para los campesinos, el colectivo no se queda con ningún porcentaje.


Para ellos, este proyecto ha sido uno de los mejores y al que más le han puesto su empeño, ya que, con Bocachi pueden cambiarle la vida a muchos campesinos, ayudándolos a emprender y principalmente a cultivar su mente y la tierra.


 
 
 

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